lunes, 18 de mayo de 2009

Sendero is back?

En mi adolescencia, cuando leía de una sola sentada las 300 o 400 páginas de cada libro de Harry Potter, no podía evitar sentir una sensación extraña cuando se mencionaba entre los personajes, el regreso de Lord Voldemort (¡perdón, perdón! El-que-no-debe-ser-nombrado) como si la resurrección del anticristo se tratase. En el caso peruano, nuestro peor miedo, nuestro señor oscuro que no debe ser nombrado, es nada más y nada menos que Sendero Luminoso. Los recientes acontecimientos en la zona del VRAE han resucitados los miedos de la población por Sendero, ese temor de los peruanos al regreso de los atentados, las matanzas, los paros armados y la compulsión de los limeños de prender el televisor apenas acabado el apagón para enterase de donde había estallado el último coche bomba.

Diversos comentaristas y bloggers se han subido al carro de la opinión sobre el tema y han visto estos hechos como factores que inevitablemente nos llevarán a un retorno a los ochenta, a la inseguridad, al caos y violencia. Otros, algo más sensatos, afirman que Sendero no es el mismo que en aquella década (es curioso, porque la misma pregunta se hacían hace poco los peruanos sobre Alan García), pero que por el contrario ahora se asemeja a otros grupos guerrilleros de la región en su estrategia, específicamente las FARC colombianas. No es del todo erróneo hacer esta última aproximación, sin embargo, no se está observando las diferencias entre Sendero y este grupo guerrillero. Se han planteado muchas interrogantes, sobre todo sobre el carácter del actual Sendero, sus implicancias, oportunidades y amenaza y retorno, sin embargo, hay que aguantar el coche e ir por partes.

La primera pregunta que habría que plantearnos para analizar el “resurgimiento” de Sendero Luminoso en el Vizcatán, es preguntarnos por el Sendero que conocimos en los ochenta y parte de los noventa. No me detendré en la discusión sí SL es o no es un partido, organización terrorista o guerrilla a lo cubana, me parece que es una discusión inútil para los objetivos de este artículo y es, además, una discusión larga en la que entra teoría pura y dura. Para simplificar las cosas, me referiré a Sendero Luminoso como una organización con fines políticos; como se afirma en la CVR, “la guerra emprendida por Sendero contra el Estado Peruano fue de carácter puramente político”.

Esta organización surgió de una de las tantas escisiones del Partido Comunista Peruano que se formó en torno a la Universidad de Huamanga. De inspiración maoísta, y siguiendo “El Sendero Luminoso de José Carlos Mariátegui”, los líderes senderistas decidieron emprender la toma del poder, considerando al Estado Peruano como un ente históricamente opresor. Es importante decir que Sendero Luminoso no fue –como plantearon algunos despistados autores- el intento de llevar a cabo la utopía andina; Sendero no muestra rasgos culturales de ningún tipo, la cúpula Senderista estaba guiada por el Marxismo-Leninismo-Maoísmo-Pensamiento-Gonzalo (Ja!), de carácter puramente “racional”, enemigo del sentimiento, científico y teleológico, destinado a ser el comienzo de la revolución a escala global (Stara 1995). Por lo tanto, para los Senderistas, no existía nada fuera del partido, todo lo que estaba fuera de él estaba corrompido y putrefacto, ya que sólo el partido simbolizaba en todas su dimensiones el universo de los partidarios, los cuales estaban imbuidos en una religión laica que prometía el paraíso comunista. No me detendré en las posibles causas del surgimiento de Sendero Luminoso como organización política o por qué Abimael Guzmán pudo salir de departamento de Filosofía de la Universidad de Huamanga y dirigir la lucha armada que puso en jaque al Estado Peruano. Sin embargo, propondré la siguiente pregunta: ¿Por qué luego de iniciada la guerra, la organización pudo mantenerse en combate y sus remanentes sobreviven hasta nuestros días? Nuestra hipótesis es que son las oportunidades de movilizar recursos a nivel regional, junto a la debilidad del Estado al mismo nivel, son los factores que determinan la permanecía y duración de las organizaciones rebeldes en los términos en los que los vemos hoy en día (Kay: 1999) En resumen, lo determinantes son las estructuras de oportunidades, tanto políticas como económicas. La oportunidad de movilizar recursos es la de controlar mercados regionales y organizar a personas en torno la consecución de estos recursos. Esto está acompañado de la baja capacidad estatal en ciertas zonas de territorio, donde el Estado no cumple con sus obligaciones primordiales como la más esencial: proteger a los ciudadanos. Por ello, sostenemos que son estos factores las causas de la persistencia de Sendero y no una suposición basada en la continuidad del discurso político e ideología de estos.

A falta de pruebas empíricas, haremos un acercamiento a la zona que fue la fuente de recursos más importante para Sendero en pleno apogeo y las implicancias que jugó el mercado internacional de cocaína en este territorio: el Valle del Río Huallaga fue el motor productivo de coca en el Perú a principios de los ochentas, gracias un alza de precio considerable en el mercado ilegal de la cocaína No está de más decir que en dicho territorio no existía autoridad alguna, el Estado Peruano era incapaz de cualquier control en la zona, es decir, se cumple la premisa de incapacidad estatal. Cuando Sendero Luminoso entró en el Valle de Huallaga, replegado por la fuerte ofensiva militar de 1983-84, los líderes senderistas supieron aprovechar de inmediato la oportunidad de movilizar los recursos de la zona, es decir, el mercado de la coca, hasta ese entonces, controlado directamente por los narcotraficantes. Desde ese momento, asumieron funciones de gobierno, como la imposición de leyes y cobro de impuestos. A diferencia de la estrategia implementada en la sierra central, Sendero no tuvo la necesidad de de recurrir a métodos coercitivos de extrema violencia, dado que la relación que cumplía como intermediario entre los “cocaleros” y los narcotraficantes, beneficiaba a los primeros en dos aspectos. Primero, los protegía del control de precios de los narcotraficantes y segundo, de los intentos estatales de erradicar los cultivos (Kay 1999). Tampoco practicó adoctrinamiento ideológico intenso. Este papel como intermediario, por el cual tuvo la capacidad de controlar recursos y movilizarlos a su conveniencia, le permitió seguir en la lucha armada contra el Estado en otros frentes.
A principios de los noventa, la cambiante demanda de la coca, influenciada por el precio internacional y los puntos de producción de cocaína o pasta básica a nivel regional, ocasionó una baja de los precios de la coca producida en el Valle del Huayaga, lo cual debilito considerablemente los recursos movilizados por Sendero Luminoso.

Siguiendo la lógica del globo poco inflado (Pizarro Leongomez 2006), el mercado de la coca es peregrino y oscila entre motores productivos a nivel regional, con lo que el incremento de los precios en los últimos años ha traído una supuesta reaparición de Sendero Luminoso, lo cual se ha hecho aún más explícito con las recientes emboscadas. Las preguntas que se desprenden de esta reactivación son varias, la más común es si Sendero sigue ideologizado, si mantiene el compromiso político de hacer la guerra al Estado Peruano e implementar el paraíso comunista. Otras interrogantes: ¿Sendero es un cartel, un intermediario, o una organización “asimilada” a los narcotraficantes como una especie de ejército privado? o, acaso la más importante para la opinión pública ¿Sendero es nuevamente una amenaza para la estabilidad del país?

Evidentemente, todas estas preguntas no pueden ser contestadas salvo a base de intuición. Creo que bajo este intento de presentar el problema bajo una perspectiva comparada se puede intuir cuál es la posible situación del VRAE, sin embargo, es difícil diagnosticar sentado desde el escritorio en el que escribo, como muchos periodistas y bloggers acostumbran hacer. Creo que bajo la información propuesta, la respuesta a la primera interrogante es que no. A nuestro parecer, los miembros actuales de Sendero no están caminando en la búsqueda de caminar por el Sendero Luminoso de José Carlos Mariátegui, ni tampoco se encuentran fuertemente influenciados por la Cuarta Espada del Comunismo. Evidentemente, no hay que descartar la posibilidad de que existan cuadros capaces de revertir esta situación e ideologizar la lucha, aunque el comportamiento de Sendero en el Huallaga delata que en pleno apogeo senderista los cuadros del Valle del Huallaga fueron los menos ideologizados. Por lo tanto, yo sospecho que declarar la guerra al Estado Peruano no está en su agenda, al menos, no en la inmediata.

La segunda pregunta planteada, sobre cuál es el carácter de Sendero en la actualidad, es a mi parecer la más interesante. Hace pocas semanas, el mandamás de las Fuerzas Armadas, E. Guibovich, en una entrevista hecha por El Comercio lanzaba la siguiente frase: Si no detenemos esto a tiempo, Sendero serán las nuevas FARC de la región”. ¿Qué tanto de cierto tiene esto? Pues, obviamente estos dos grupos comparten el hecho de sostenerse en el narcotráfico para financiar sus actividades, además de apoyarse en la población residente en su espacio de operación mediante la extorsión y camuflarse en lo más profundo de la selva. Sin embargo, según Eduardo Pizarro Leongomez (2006) experto en el conflicto colombiano, la diferencia de las FARC con cualquier otro grupo armado en el mundo, es que a pesar de sus vínculos con el narcotráfico sigue dándole prioridad al objetivo político que planteó desde su nacimiento. ¿Lo mismo se podría decir de Sendero? No lo creemos. Si tenemos que catalogarlo en base a la similitud, Sendero estaría más cercano a los grupos paramilitares de ese mismo país, los cuales nacieron como grupos armados de autodefensa de regiones acosadas por la guerrilla. Estas, al ver la potencialidad financiera del narcotráfico tras la caída de los grandes carteles y la aplicación de una política anti-subversiva de lucha frontal, siguieron dominando las regiones basándose en esta actividad.

La última pregunta sin lugar a duda es la que despierta los miedos de la mayoría de la población. A nuestro parecer, el considerar a Sendero Luminoso aun como un grupo terrorista que mantiene su antigua estrategia –como hemos mencionado- es un error, por lo cual es improbable que intenten nuevamente el camino o sendero de la lucha popular. Sin embargo, de esto se desprenden dos cosas: primero que sin duda el VRAE es un reto para la consolidación del Estado Peruano, en otras palabras, que no deje zonas desprotegidas creando ciudadanías de baja intensidad, para decirlo en términos de O’Donnell (1994), las cuales pueden ser aprovechas por organizaciones como Sendero Luminoso. La segunda observación es de carácter mediático y claro esta, política: sostener que Sendero es una amenaza latente para la paz nacional puede convertirse, como en década del Chino, en un arma de control social; ya sabemos que en la política peruana hay cientos de remakes. Bajo esta última observación, la gran beneficiaria del resurgimiento mediático de Sendero Luminoso es Keiko Fujimori, la cual no se cansa de repetir el papel de su padre en la lucha contra la subversión.

Al igual que cuando leía en el sillón de mi sala sobre el-que-no-debe-ser-nombrado, refugiado en el Bosque Prohibido, deambularte y en búsqueda de un cuerpo por el cual perdurar su existencia, no podía de dejar de sentir esa extraña sensación de temor a un enemigo común, a un pasado nacional que no viví y me contaron. Esa sensación de aversión al terror y la posibilidad de su regreso, como la que tienen la mayoría de peruanos cuando leen en los diarios que Sendero ha vuelto a realizar una emboscada en la inhóspita selva del VRAE.

viernes, 8 de mayo de 2009

"2011"

Volví, otra vez porque estoy harto de cada bloggercito y comentarista político (porque de analistas no tienen nada) que escribe sin que nadie le diga “ya pe’ brother, se conciente varón, estas cagando fuera del water”. ¿Sobre que escriben esta vez? Pues sobre las elecciones que se avecinan (¿?) el año 2011. Y es que todos quieren meterse al carro del pronóstico, todos quieren especular de una vez sobre el quién ganará, quiénes tienen posibilidades o quiénes estarán de relleno en esa kilométrica cédula electoral. Bueno, bacán por ustedes el decir que Keiko puede ganar por lo que dicen las encuestas ahora, bacán también que crean que Castañeda es un buen prospecto, o que digan que Kucqchinsky (o como se escriba) puede que la haga si es que mueve bien sus fichas, incluso el decir que la izquierda busca un candidato y este parece prometer; genial, good effort boy, estrellita en la frente.


La verdad, chéveres sus comentarios muchachos, pero se quedan en eso, en simples comentarios. ¿Por qué soy tan duro con ustedes? Por una cuestión muy simple: ninguno se ha puesto a pensar en quien puede ganar las elecciones más allá de los sondeos de popularidad que se publican hoy. Se que todos son adictos a levantarse, prender la laptop y chekar de una la página del comercio, ver la última encuesta o la opinión de mi comentarista favorito y en eso basan todas sus argumentaciones. Pero muchachos, arranquen ese poster de Susy Villarán, y si bien el sondeo es una herramienta útil, esta no es determinante teniendo (ojo con esto) la campaña presidencial tan distante. Pongámonos a pensar con detenimiento que es lo que hace un candidato ganar o no. ¿Qué es determinante entonces para ver quien gana o no una elección? Pues obviamente la postura política de cada candidato, cosa que se expresa en la campaña, y cosa que –a mi consideración- ninguno ha expresado de manera definida aún.


¿Pero a que me refiero con postura política? Pues no es el plan de gobierno que proponga cada candidato, porque aunque este sea muy bonito o te proponga ser como Alemania en 5 años, obviamente esto siempre ha sido de poca importancia pues hemos visto –en todo el mundo- candidatos con excelentes planes no salir elegidos. A lo que me refiero con discurso político no es sino la posición que cada candidato adopta en relación a determinados puntos o temas clave en la política nacional e internacional; cosa que en el argot politológico denominamos “clivajes electorales”. La posición de los candidatos en estos clivajes electorales es la que de una manera u otra define al ganador. Por ejemplo, en la última elección en EE.UU. el clivaje electoral, en otras palabras, el problema clave que preocupaba a la población de ese país, era la crisis financiera; Barack Obama, con un plan más sólido en ese aspecto logro convencer a la población y salir vencedor. Dando ejemplos más cercanos, el clivaje en Colombia para elección –y reelección- de Uribe ha sido la política frente a la guerrilla, en Chile el clivaje desde el retorno a la democracia se relaciona mucho con la postura frente al gobierno militar, en Bolivia el clivaje tuvo y tiene un carácter étnico en la elección y reafirmación de Evo Morales, y acercándonos a nuestro terruño, la victoria de Fujimori en los 90’s tuvo el clivaje entre los a favor y contra el shock con los cuales Vargas Llosa era señalado como abanderado de los primeros, o la elección de García frente a Humala estuvo en relación antichavista de uno y la Chavista del otro.


Obviamente, no podría señalar cual va a ser el clivaje, el tema clave que decida la elección del 2011, pero lo que si podría hacer es señalar posibles clivajes, y en base a los candidatos que hoy consideramos podemos plantear distintos escenarios. De esta manera, podemos hacer una aproximación más sesuda y politológica al asunto.


Clivaje Ricos vs Pobres.


Obviamente, si estamos al día en nuestra tarea, chekamos las cifras de pobreza, de desigualdad y la proporción de esta en la población diríamos sin titubear que quien se ponga de parte de los pobres la tiene hecha. En este caso, candidatos como Lourdes, Castañeda y Kucchinsky la tendrían harto difícil, les sacarían la mugre con respecto a su origen social y los partidos que representan. Aunque Castañeda y Kucchinsky se podrían salvar si se mueven bien al ritmo de la cumbia, Lourdes –ya lo hemos comprobado- esta totalmente perdida. Los beneficiados, por ahí, podrían ser Keiko y Humala, que tienen arraigo popular, sin embargo, considero a pesar que este clivaje fue pudo ser determinante en algún momento no creo que lo sea ahora. ¿Por qué? Por una cuestión muy simple y obvia: los pobres no son los mismos en todos lados ni están expuestos a los mismos valores. Por ejemplo: a pesar de que en las pasadas elecciones Lourdes fue percibida como la candidata de los ricos, las cifras (que las podemos chekar en la página de la ONPE) nos muestran que ella consiguió una buena votación (incluso ganó) en muchos de los sectores populares de Lima. Si ampliamos la observación, podemos constatar que la candidata consiguió buena votación tanto en los sectores ricos y los populares de las ciudades del norte del país, pero en cambio obtuvo pobres resultados en los sectores rurales y las ciudades del sur.

Esta diferencia entre los sectores nos deja con dos posibles clivajes: uno con relación al centro (ciudades) y periferia (campo) y otro con relación al norte y sur del país.


Centro – Periferia, Norte – Sur


Obviamente, considerando que por lo menos el 70% de la población del país se concentra en las ciudades y que esta cifra esta en aumento, y también que el 30% de la (8 millones) se concentra en Lima, no hay que ser muy sagaz para darse cuenta que la mayor apuesta electoral está en las ciudades, sobre todo en la capital.


Entonces, en lo que respecta al clivaje centro-periferia, quien apueste por las ciudades en vez de la periferia, las zonas rurales, estará un paso por delante que sus competidores, sobre todo si logra consolidarse en Lima. Quien tenga un discurso articulador de toda la población urbana apostará por la mayor cantidad de votos, sin embargo, entre la población urbana existe una gran diferencia entre el norte y el sur. Como vimos en las últimas elecciones, y cosa que pronostico se va a repetir, ya que las condiciones siguen siendo muy similares, la población de los departamentos del sur, tanto rural como urbana, que se sienten olvidados por el estado en la actual bonanza económica, apostó por un candidato antisistema, en cambio los departamentos del norte, específicamente la costa norte, próspera e integrada al mercado internacional con la explotación minera y exportación de productos primarios, tuvo apuestas más moderadas y democráticas repartiendo su voto entre Lourdes y García. No voy a entrar en una discusión de la raíz de estas diferencias, solo plantear la existencia de un clivaje entre el norte “democrático” y el sur “antisistema”. Para las próximas elecciones Humala seguirá teniendo en el sur su bastión principal, en contraposición del norte, el cual vota por opciones más moderadas.


Sistema – Antisistema, Chávez – Anti Chávez


Ahora que hablamos de Humala, a pesar de su apuesta por los pobres, por el sur y por la periferia, la cual le daba un alto índice de intención de voto con la cual logró pasar en primer puesto a segunda vuelta, no logró ganar. ¿Por qué? Como afirma Vergara (2007) sobre las elecciones - el cual no nos cansamos de citar en este blog – este fue acusado de estatista, antidemocrático y pro-chavista, lo cual está en contraposición a al elector promedio en la ciudades. El apoyo o condena a las políticas de Chávez fueron determinantes para el desarrollo electoral.


De esto podemos sacar dos puntos importantes. Primero, lo que importa es la posición dentro de lo que la población percibe acerca de los procesos regionales y globales, siendo más claros dado que es lo más relevante hoy, importa la posición de cercanía con el régimen Chavista. No entraré en la discusión si Humala tenía vinculación personal o ideológica con Chávez, lo importante es que esa percepción de cercanía lo sepultó. Considero que Humala puede que aprenda de sus errores y plantee de primera una distancia, sin embargo, la percepción de la población alentada –o creada- por los medios de comunicación que consideran su discurso como desfasado y políticamente incorrecto pueden enterrarlo también. Entonces, obviamente cualquier candidato que aspire al sillón presidencial deberá marcar distancia en este aspecto.


Segundo, el discurso anti sistema –por más que quisieron los medios de comunicación- no fue el causante de la derrota de este candidato. Si algo hay que ceder a la postura anti sistema, es que en las ciudades costeras, principal y obviamente en Lima, esta fue rechazada por casi todos los sectores. Sin embargo, viendo los datos del último latino barómetro, podemos ver claramente como hay una fuerte inclinación de la opinión peruana lejana al respaldo hacia las instituciones democráticas. Algunos argumentan que esta postura de rechazo demuestra la poca confianza en la democracia como sistema de gobierno, sin embargo, yo me inclino a pensar que más que un rechazo a la democracia en sí se trata de un rechazo hacia las instituciones debido al poco prestigio que poseen. En todo caso, el discurso anti sistema es aun capaz de congregar a un gran número de electores y ser considerado por nosotros como un clivaje respetable.


Chino – Anti Chino


Hablábamos de discursos políticamente correctos e incorrectos. Quizás esta es la parte de pura especulación del artículo, pero pensando en un escenario electoral en el cual se presentan figuras como Castañeda, Toledo, Lourdes y Kuckchinsky, los cuales se repartirán los sectores urbanos, ricos, clase media y uno que otro pobre, con discursos de continuidad del sistema; y otro conformado por Humala y quizás algún outsider -aunque considero una posibilidad remota dado que el espectro está copado - lo cuales apostarán por la periferia, los departamentos del sur y el discurso antisistema. Como diría Vergara, por un lado tenemos a los candidatos que están apostando por los sectores modernizados del país, incluido dentro de las dinámicas de la globalización y reconocido por el estado, y por el otro el sector que lucha por incluirse dentro de la modernidad, excluido históricamente de todo proceso y sin reconocimiento. En esta argumentación, García salió victorioso pues se colocó en el medio, con un pié en el primero y disputando el otro con su opositor.


Si consideramos que para las siguientes elecciones tendremos un escenario similar al anterior, o por lo menos en las condiciones en las que nos encontramos hoy, la pieza que encaja en ese vació que dejará García es nada menos que Keiko Fujimori, la cual se presenta como una extensión de su padre, legitimada por un “carisma heredado”. Weber puro. Amplios sectores de la población recuerda, a pesar de Cantuta y Barrios Altos de por medio, los beneficios que les otorgó el gobierno de Fujimori y los logros en materia económica e infraestructura, tanto como la derrota de Sendero Luminoso. Esto es para Keiko una bendición y una condena, ya que a pesar de tan solo tener una propuesta clara – la amnistía del Chino – aparece primera en la encuestas. Sin embargo, esto puede costarle un gran precio político debido a que el gobierno de su padre no tuvo ningún respeto por las libertades individuales, la división de poderes y la democracia, lo cual pesa en las ciudades. Ya escuchamos decir a Keiko, comentando en un mitin la sentencia a su padre, que el poder judicial no sirve para nada.


A pesar de todo el apoyo que Keiko pueda tener, su discurso es considerado políticamente incorrecto. Quizás este último punto es muy debatible: por un lado podríamos decir que la focalización de los medios puede producir, al igual que en el caso de Humala, que el candidato gane popularidad, o también podríamos decir que este puede sepultar en una ola de opiniones negativas, pero en todo caso debemos considerar a los medios como un factor de importancia fundamental en una elección. Igualmente, creo que los medios juegan un papel importarte mas no determinante, al menos si nuestra perspectiva es a partir de clivajes.


En conclusión, los clivajes que hemos expuesto son los que han polarizado el voto de la población en el país a lo largo de los últimos años. Como hemos postulado, las divisiones sociales en diferentes niveles pueden determinar el triunfo de derrota de los candidatos que aparecen en las tablas de IOP, de esta manera podemos hacer un análisis de las preferencias electorales desde una perspectiva sociológica y no un simple comentario sobre los candidatos y sus elecciones dentro de un plano competitivo. En mi opinión, los clivajes más determinantes seguirán entre las opciones institucionales (pro-sistema) y discrecionalistas (¿antistema?), lo cual está profundamente ligado al clivaje pro o anti Fujimori, lo cual sin duda marcará el debate polítco gracias a la emergencia de Keiko como candidata de peso. Este clivaje es interesante porque muestra como un estilo de hacer política; “el fujimorismo”, influye de manera tan determinante en la polarización del país. Es decir, el clivaje populista, el cual tan vez encierre todos los anteriores.


Así que señores, bloggers y periodistas, ojala que esto les sirva para hacer análisis más sesudos, teniendo en cuenta que poco el plano social actual y no simplemente las acciones de los candidatos. Lo que cuenta es, en este sentido, qué tan hincha de parte de que clivaje pueda ser el candidato. En definitiva hace falta escribir mucho sobre este aspecto, y sobre todo, hacer investigaciones empíricas. Se los dejo de tarea.