Diversos comentaristas y bloggers se han subido al carro de la opinión sobre el tema y han visto estos hechos como factores que inevitablemente nos llevarán a un retorno a los ochenta, a la inseguridad, al caos y violencia. Otros, algo más sensatos, afirman que Sendero no es el mismo que en aquella década (es curioso, porque la misma pregunta se hacían hace poco los peruanos sobre Alan García), pero que por el contrario ahora se asemeja a otros grupos guerrilleros de la región en su estrategia, específicamente las FARC colombianas. No es del todo erróneo hacer esta última aproximación, sin embargo, no se está observando las diferencias entre Sendero y este grupo guerrillero. Se han planteado muchas interrogantes, sobre todo sobre el carácter del actual Sendero, sus implicancias, oportunidades y amenaza y retorno, sin embargo, hay que aguantar el coche e ir por partes.
La primera pregunta que habría que plantearnos para analizar el “resurgimiento” de Sendero Luminoso en el Vizcatán, es preguntarnos por el Sendero que conocimos en los ochenta y parte de los noventa. No me detendré en la discusión sí SL es o no es un partido, organización terrorista o guerrilla a lo cubana, me parece que es una discusión inútil para los objetivos de este artículo y es, además, una discusión larga en la que entra teoría pura y dura. Para simplificar las cosas, me referiré a Sendero Luminoso como una organización con fines políticos; como se afirma en la CVR, “la guerra emprendida por Sendero contra el Estado Peruano fue de carácter puramente político”.
Esta organización surgió de una de las tantas escisiones del Partido Comunista Peruano que se formó en torno a la Universidad de Huamanga. De inspiración maoísta, y siguiendo “El Sendero Luminoso de José Carlos Mariátegui”, los líderes senderistas decidieron emprender la toma del poder, considerando al Estado Peruano como un ente históricamente opresor. Es importante decir que Sendero Luminoso no fue –como plantearon algunos despistados autores- el intento de llevar a cabo la utopía andina; Sendero no muestra rasgos culturales de ningún tipo, la cúpula Senderista estaba guiada por el Marxismo-Leninismo-Maoísmo-Pensamiento-Gonzalo (Ja!), de carácter puramente “racional”, enemigo del sentimiento, científico y teleológico, destinado a ser el comienzo de la revolución a escala global (Stara 1995). Por lo tanto, para los Senderistas, no existía nada fuera del partido, todo lo que estaba fuera de él estaba corrompido y putrefacto, ya que sólo el partido simbolizaba en todas su dimensiones el universo de los partidarios, los cuales estaban imbuidos en una religión laica que prometía el paraíso comunista. No me detendré en las posibles causas del surgimiento de Sendero Luminoso como organización política o por qué Abimael Guzmán pudo salir de departamento de Filosofía de la Universidad de Huamanga y dirigir la lucha armada que puso en jaque al Estado Peruano. Sin embargo, propondré la siguiente pregunta: ¿Por qué luego de iniciada la guerra, la organización pudo mantenerse en combate y sus remanentes sobreviven hasta nuestros días? Nuestra hipótesis es que son las oportunidades de movilizar recursos a nivel regional, junto a la debilidad del Estado al mismo nivel, son los factores que determinan la permanecía y duración de las organizaciones rebeldes en los términos en los que los vemos hoy en día (Kay: 1999) En resumen, lo determinantes son las estructuras de oportunidades, tanto políticas como económicas. La oportunidad de movilizar recursos es la de controlar mercados regionales y organizar a personas en torno la consecución de estos recursos. Esto está acompañado de la baja capacidad estatal en ciertas zonas de territorio, donde el Estado no cumple con sus obligaciones primordiales como la más esencial: proteger a los ciudadanos. Por ello, sostenemos que son estos factores las causas de la persistencia de Sendero y no una suposición basada en la continuidad del discurso político e ideología de estos.
A falta de pruebas empíricas, haremos un acercamiento a la zona que fue la fuente de recursos más importante para Sendero en pleno apogeo y las implicancias que jugó el mercado internacional de cocaína en este territorio: el Valle del Río Huallaga fue el motor productivo de coca en el Perú a principios de los ochentas, gracias un alza de precio considerable en el mercado ilegal de la cocaína No está de más decir que en dicho territorio no existía autoridad alguna, el Estado Peruano era incapaz de cualquier control en la zona, es decir, se cumple la premisa de incapacidad estatal. Cuando Sendero Luminoso entró en el Valle de Huallaga, replegado por la fuerte ofensiva militar de 1983-84, los líderes senderistas supieron aprovechar de inmediato la oportunidad de movilizar los recursos de la zona, es decir, el mercado de la coca, hasta ese entonces, controlado directamente por los narcotraficantes. Desde ese momento, asumieron funciones de gobierno, como la imposición de leyes y cobro de impuestos. A diferencia de la estrategia implementada en la sierra central, Sendero no tuvo la necesidad de de recurrir a métodos coercitivos de extrema violencia, dado que la relación que cumplía como intermediario entre los “cocaleros” y los narcotraficantes, beneficiaba a los primeros en dos aspectos. Primero, los protegía del control de precios de los narcotraficantes y segundo, de los intentos estatales de erradicar los cultivos (Kay 1999). Tampoco practicó adoctrinamiento ideológico intenso. Este papel como intermediario, por el cual tuvo la capacidad de controlar recursos y movilizarlos a su conveniencia, le permitió seguir en la lucha armada contra el Estado en otros frentes.
A principios de los noventa, la cambiante demanda de la coca, influenciada por el precio internacional y los puntos de producción de cocaína o pasta básica a nivel regional, ocasionó una baja de los precios de la coca producida en el Valle del Huayaga, lo cual debilito considerablemente los recursos movilizados por Sendero Luminoso.
Siguiendo la lógica del globo poco inflado (Pizarro Leongomez 2006), el mercado de la coca es peregrino y oscila entre motores productivos a nivel regional, con lo que el incremento de los precios en los últimos años ha traído una supuesta reaparición de Sendero Luminoso, lo cual se ha hecho aún más explícito con las recientes emboscadas. Las preguntas que se desprenden de esta reactivación son varias, la más común es si Sendero sigue ideologizado, si mantiene el compromiso político de hacer la guerra al Estado Peruano e implementar el paraíso comunista. Otras interrogantes: ¿Sendero es un cartel, un intermediario, o una organización “asimilada” a los narcotraficantes como una especie de ejército privado? o, acaso la más importante para la opinión pública ¿Sendero es nuevamente una amenaza para la estabilidad del país?
Evidentemente, todas estas preguntas no pueden ser contestadas salvo a base de intuición. Creo que bajo este intento de presentar el problema bajo una perspectiva comparada se puede intuir cuál es la posible situación del VRAE, sin embargo, es difícil diagnosticar sentado desde el escritorio en el que escribo, como muchos periodistas y bloggers acostumbran hacer. Creo que bajo la información propuesta, la respuesta a la primera interrogante es que no. A nuestro parecer, los miembros actuales de Sendero no están caminando en la búsqueda de caminar por el Sendero Luminoso de José Carlos Mariátegui, ni tampoco se encuentran fuertemente influenciados por la Cuarta Espada del Comunismo. Evidentemente, no hay que descartar la posibilidad de que existan cuadros capaces de revertir esta situación e ideologizar la lucha, aunque el comportamiento de Sendero en el Huallaga delata que en pleno apogeo senderista los cuadros del Valle del Huallaga fueron los menos ideologizados. Por lo tanto, yo sospecho que declarar la guerra al Estado Peruano no está en su agenda, al menos, no en la inmediata.
La segunda pregunta planteada, sobre cuál es el carácter de Sendero en la actualidad, es a mi parecer la más interesante. Hace pocas semanas, el mandamás de las Fuerzas Armadas, E. Guibovich, en una entrevista hecha por El Comercio lanzaba la siguiente frase: “Si no detenemos esto a tiempo, Sendero serán las nuevas FARC de la región”. ¿Qué tanto de cierto tiene esto? Pues, obviamente estos dos grupos comparten el hecho de sostenerse en el narcotráfico para financiar sus actividades, además de apoyarse en la población residente en su espacio de operación mediante la extorsión y camuflarse en lo más profundo de la selva. Sin embargo, según Eduardo Pizarro Leongomez (2006) experto en el conflicto colombiano, la diferencia de las FARC con cualquier otro grupo armado en el mundo, es que a pesar de sus vínculos con el narcotráfico sigue dándole prioridad al objetivo político que planteó desde su nacimiento. ¿Lo mismo se podría decir de Sendero? No lo creemos. Si tenemos que catalogarlo en base a la similitud, Sendero estaría más cercano a los grupos paramilitares de ese mismo país, los cuales nacieron como grupos armados de autodefensa de regiones acosadas por la guerrilla. Estas, al ver la potencialidad financiera del narcotráfico tras la caída de los grandes carteles y la aplicación de una política anti-subversiva de lucha frontal, siguieron dominando las regiones basándose en esta actividad.
La última pregunta sin lugar a duda es la que despierta los miedos de la mayoría de la población. A nuestro parecer, el considerar a Sendero Luminoso aun como un grupo terrorista que mantiene su antigua estrategia –como hemos mencionado- es un error, por lo cual es improbable que intenten nuevamente el camino o sendero de la lucha popular. Sin embargo, de esto se desprenden dos cosas: primero que sin duda el VRAE es un reto para la consolidación del Estado Peruano, en otras palabras, que no deje zonas desprotegidas creando ciudadanías de baja intensidad, para decirlo en términos de O’Donnell (1994), las cuales pueden ser aprovechas por organizaciones como Sendero Luminoso. La segunda observación es de carácter mediático y claro esta, política: sostener que Sendero es una amenaza latente para la paz nacional puede convertirse, como en década del Chino, en un arma de control social; ya sabemos que en la política peruana hay cientos de remakes. Bajo esta última observación, la gran beneficiaria del resurgimiento mediático de Sendero Luminoso es Keiko Fujimori, la cual no se cansa de repetir el papel de su padre en la lucha contra la subversión.
Al igual que cuando leía en el sillón de mi sala sobre el-que-no-debe-ser-nombrado, refugiado en el Bosque Prohibido, deambularte y en búsqueda de un cuerpo por el cual perdurar su existencia, no podía de dejar de sentir esa extraña sensación de temor a un enemigo común, a un pasado nacional que no viví y me contaron. Esa sensación de aversión al terror y la posibilidad de su regreso, como la que tienen la mayoría de peruanos cuando leen en los diarios que Sendero ha vuelto a realizar una emboscada en la inhóspita selva del VRAE.