sábado, 28 de febrero de 2009

Ay Laurita

Es curioso que los que opinan sobre política no parezcan haber abierto nunca un libro de politología. Si soy ama de casa, lingüista o cirujano, opinar sobre algo que a todos nos concierne (como la política) no tiene nada de malo, es más, es una muestra de dialogo alturado en la mesa familiar, al menos muchos más que sobre el regreso de Magaly y el pucha tía, viste como le sacó la vuelta su mujer al Puma, pobrecito.
Opinar de política está bien, pero otra cosa es decir, bacán, yo mismo soy, hago mi blog y que todos lean las cosas que se me ocurren sobre la política nacional. Eso es otro nivel, porque en la gran parte de los post publicados en los blog que dicen ser políticos se utilizan términos y conceptos a diestra y siniestra que revelan no estar muy claros para los que los utilizan; representación, sistema de partidos, gobernabilidad, democracia representativa, todo es una mezcolanza de conceptos sin definir y sin especificar.

Este es el caso de Laura Arroyo, del blog Menos Canas. Laura, Laurita, es lingüista y como ella misma dice en su bitácora “defensora de los derechos humanos y amante de la democracia”. Hasta aquí chévere contigo, pero ¿porque un blog de política?

Hace unas semanas Laurita publicó un post sobre los partidos políticos y el sistema de partidos peruano (ver http://menoscanas.blogspot.com/2009/02/desesperacion-partido-politico.html) en el que de manera asombrosa elabora una definición de partido político muy propia y a la vez critica el “inexistente” sistema de partidos peruano” analizando el intento de los fonavistas de lograr una inscripción como partido político. Es asombros que se pueda hablar de tantos temas en un solo post.

Pues ahora bien, vayamos por partes. En primer lugar, al discutir el intento de los fonavistas de crear un partido político, Laurita afirma que “un partido político “no es, ojo con esto, un espacio compartido por un interés específico, sino un espacio compartido por personas que se identifican con una ideología respecto a una serie de políticas.” Permítanme discrepar. ¿De dónde sacaste esta definición Laurita? O mejor dicho ¿Qué pasaba por tu cabeza en ese momento? Dínoslo.

Utilizare la definición mínima que postula Sartori (1977) en la que plantea que un partido político es “cualquier grupo político identificado por una etiqueta oficial que se presenta a elecciones y es capaz de colocar a través de estas (sean esta elecciones libres o no) candidatos en el oficio público” (Traducción propia)

Bajo esta definición los fonavistas podrían constituir un partido con facilidad, ya que los partido son agrupaciones que buscan obtener metas concretas y ocupar cargos representativos en el gobierno, es decir, como afirma Laura que no es un partido político, un partido político sí es “un espacio compartido por un interés específico” a lo que le falto agregar: cuya meta es tomar parte de algún cargo en el gobierno. Si minimizamos aún más la definición de Sartori, un partido político es básicamente, una agrupación de cualquier índole que busca tomar parte o todo el poder. ¿Ideologia? Pues no es necesaria Laurita ¿Ideario? Menos ¿Interés? Eso es lo único esencial.

Por consiguiente, la definición de Laurita -ojo con esto- basada en identificación con respecto a una ideología en particular es al menos secundaria e incluso irrelevante, ya que existen partidos sin ideología y que responde a “issues” particulares de la población. Revisemos la historia: Melendez y Roncagliolo (2006) afirman los siguiente con respecto a los partidos políticos peruanos surgidos luego en los noventas: “los partidos políticos nuevos, que se fundaron en la década de los noventa, los hicieron bajo el contexto de ajuste estructural (…) y homogenizaron un discurso de centro, con débiles definiciones ideológicas y con un interés en representar políticamente “issues” particulares, como la descentralización y la lucha contra la corrupción.” Para el caso de los fonavistas, ya pues Laurita, fíjate bien, pon dos dedos de frente, estos responden un “issue” en particular, la devolución de su dinero, lo cual hasta ahora ha sido un problema ignorado por los gobernantes de turno.

Es iluso pensar que la mente de los fonavistas está llegar a la presidencia de la republica, lo que a ellos les interesa es lograr pasar la vaya electoral y colocar a uno o unos pocos congresistas de su partido, los cuales pongan el tema en agenda si es que el referéndum del mayo les es desfavorable. Es algo muy parecido a la estrategia de los partidos verdes en Europa. Estos partidos no intentan tomar el poder por completo, pero si parte de este, es decir, curules en los parlamentos con el fin de que el medio ambiente este en agenda. Ninguno de estos partidos, por no contar con una base social fuerte, pretende lograr una mayoría o ganar la presidencia.

En un segundo lugar, Laura hace un comentario sobre la representación política en el Perú. Por lo que he podido entender, postula que al estar tan desprestigiada la clase política en el país, los ciudadanos crean redes sociales en las cuales se sienten representados. Laura afirma “es de este modo que los ciudadanos empiezan a crear sus propias redes de identificación. Así, ya no se vota por quien hace una real mejor campaña, o por quien presenta una mejor propuesta programática, o por quien representa una ideología política que calza con la personal, etc. sino, se vota por “uno mismo”. Laurita una pregunta, en todos estos años, desde que ingresaste a la universidad, desde que egresaste de ella, desde que votaste por primera vez, desde que tu control remoto puso de manera voluntaria CNN y no MTV, desde que revisas rutinariamente los diarios de todo el mundo, desde que escribes en el blog, en todo este tiempo transcurrido ¿Realmente pensaste que en una democracia realmente se vota por quien presente una “mejor propuesta programática” o por “quien representa una ideología”? Si es así, pues te digo sinceramente, has perdido mucha pero mucha plata. Desde W. Burke, pasando por los modernos como Marx, Gramsci y Weber, hasta sociólogos como Bourdieu, psicoanalistas como Lacan o politólogos como Downs o Manin, todos ellos te dirían que el último factor por el cual la gente manifiesta una preferencia es de cuestiones pasionales y de apego, de clase, de identidad, por carisma del postulante, por un cálculo costo beneficio, o por miles de razones más; pero ojo Laurita, ni en la mejor democracia escandinava los ciudadanos votan por las cuestiones que tu mencionas. Esa es la realidad.

Otra pregunta: ¿Cómo es posible votar por “uno mismo”? si uno vota por uno mismo, no es posible que exista la representación, porque entonces ya no existe representado ni representante. Creo entender que a lo que Laurita se refiere es al problema de la infra-representación en el Perú, la cual identifica como consecuencia del deterioro de la imagen de la clase política del país. Aquí debo decir lo siguiente: el deterioro de la imagen de la clase política no es la causa de la falta de representación. La falta de representatividad de los partidos políticos obedece a problemas de gobernabilidad ocurridos en la década de los ochenta, el cambio de una arena política movimientista a una arena política medíatica (Tanaka 1998) y los cambios estructurales ocurridos luego del autogolpe del 92, en el que aparece un régimen autoritario que disminuyó los niveles de competencia política de los partidos fundados con anterioridad a la década de los noventa. (Melendez; Roncagliolo, 2006) No me detendré sobre este punto ya que resultaría demasiado extenso, sin embargo me sirve para que Laurita se de cuenta que las cosas no son como las plantea. Ahora bien, ¿Qué es representarse a uno mismo, Laura? ¿Crear redes de identificación social entre personas similares? ¿Convertir estas asociaciones en formas de representación política? Esto simplemente no queda nada claro, pero lo que si te puedo decir, y no te ofendas, es que la gente no vota por uno mismo, la identificación con el candidato a votar responde a una compleja combinación de ingredientes tanto racionales como emocionales, esto ya quedó claro en el párrafo anterior.

Para terminar, Laurita, corazón, que no te debes perder a Rosa María Palacios a las 11, que asistes puntualmente a los debates de IDL, que has dejado de un lado a Saussure para escribir sobre lo que “apasiona”, tú, amante de la democracia, las misma de ayer, la incondicional defensora de los derechos humanos, hincha a muerte de la CVR, que debiste lavar la bandera frente a palacio de gobierno, te digo, tómalo como una crítica constructiva, que tus conceptos estas errados.

En primer lugar, tu definición de partido político no es consistente y no tiene ninguna basé académica, es decir, se te ocurrió, pero no pues, así no funcionan las cosas, hay que leer antes de escribir. Un partido político no es un espacio compartido por personas que se identifican con una ideología, por el contrario, es un grupo político que presenta candidatos a elecciones con el fin de que estos ocupen cargos públicos. Listo, no más, lo ideológico es secundario; así de fácil y práctico, no hay que sacar explicaciones trasnochadas de qué es en realidad un partido político. Los fonavistas pueden organizar un partido sin ningún inconveniente. Estamos de acuerdo en que estas intenciones responde a una crisis de representación, es cierto Laura, punto pa’ ti, pero no por las causas que expresas, ni tiene los resultados de representación sin representantes que expones, sino son formas de hacer una medida política efectiva para un grupo particular, es el mismo caso de los Movimiento Regionales y Organizaciones Colectivas de Alcance Local, las cuales van ganando terreno en el interior del país a la ausencia de partidos nacionales fuertes (Vergara, ponencia LASA 2007). (Si te interesa te podemos mandar bibliografía recomendada).




Manifiesto Refutista

Indignados por lo que se publica en la prensa, lo que se escribe en los blogs, por lo que se dice en la radio y la televisión, hemos decido fundar “La Refuta”.

¿Indignados de qué?
Del discurso barato de los políticos, del debate por nimiedades, de la difusión de pseudo axiomás. Indignados de los argumentos de aquellos que dicen ser "analistas políticos"; periodistas, bloggers y abogados, que tienden a explicar la política sin ningún marco teórico, lo cual convierte sus opiniones en simples impresiones; lo mismo que el dicharachero taxista nos comenta sobre la situación del país, comentarios muchas veces más acertados, porque después de que les has explicado que no, que la ciencia política no tiene nada que ver con el derecho o que tú no quieres ser presidente, se lanzan con el análisis a toda máquina mientras parecen olvidar el volante, y a veces (si es que no te tocó un fascista que quiere fusilar gente y no para de tocar el claxon) encuentras puntos de vista interesantes.
Pero son eso, puntos de vista, y no pe varón, tú que tienes tú blog o escribes en La Republica, lo que tú opinas no es ciencia; bacán tu punto de vista, mostro lo que se te ocurrió mientras conversabas con tus patas en el San Antonio, pero existe una rama académica que se llama ciencia política, ¿te suena? y no, no amigo taxista, blogger, periodista, abogado; no tiene nada que ver con derecho, es una ciencia social y claro, de ninguna manera tenemos la más mínima intención de ponernos la banda presidencial ni juramentar en el congreso por la papa a la huancaina, la provincia de Chumbivilcas o el báculo de viracocha.

Marx, no Karl, sino Groucho, parece estar pensando en algo similar cuando decía que la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados. Por nuestra parte, lo que realmente nos interesa es buscar problemas (en esto se basa esta ciencia social) y hacer una lectura más o menos acertada sobre el asunto. Uno de los problemas actuales de los políticos y sobre todo de los analistas está muy bien descrita en las dos últimas explicaciones de la frase de Groucho Marx, la mayoría intenta buscar las soluciones antes de determinar las causas del problema, por lo que se caen en diagnósticos fáciles y generalmente errados.
Así nace este blog. Con la abnegada tarea de ser un espacio de debate serio, pero no necesariamente alturado (bienvenida la irreverencia). Presentaremos ideas para contrapesarlas y discutirlas, ideas que inciten al debate; polémicas, aceptadas, erradas, estúpidas (Aldo, prepárate), las cuales luego de pasar por este filtro queden al descubierto como teorías útiles o inútiles, porque, by the way, otra cosita darling, no te ofendas, te comento nomás que lo que tú opinas no es cierto, es decir, no es verdad así tenga sentido lógico, sino más bien es un argumento útil para explicar la realidad o un fenómeno político en particular. Analiza, investiga, date una vuelta por la biblioteca, entra a una librería y cómprate tu libro de Lipset, vete de viaje a Puno, Moquegua, luego, después de que todos esos puntos tienen un check en tu agenda, escribes.
Por otra parte, es conveniente aclarar que nosotros no militamos ni militaremos en ningún tipo de agrupación, partido, cofradía, hermandad o cártel político. Eso nos da una independencia, una distancia importante respecto al acontecer político, porque, otra pregunta clásica luego de que has dicho que estudias ciencia política es ah que bacán ¿y de que línea eres? Disculpa, no entiendo la pregunta, ah, si pertenezco ha algún partido político, no hermano, ahí nomás ¿ideología?, tampoco compadre, ni con dios ni con el diablo, ni hablar de entrar a las juventudes del APRA o del PPC.
Evidentemente no somos los dueños de las teorías verdaderas y mucho menos de la verdad – si acaso es esto posible -. Somos un grupo de futuros politólogos un poco cansandos de que se opine, hable, y escriban argumentos sin mucho sentido, elaborados de un día para otro, sin ningún tipo de investigación o al menos, lectura previa. Por eso, no es que te tengamos rencor compadre, no es eso cuñado, paz y amor contigo, pero si no sabes que es un autoritarismo competitivo a una democracia representativa (dos conceptos muy útiles para explicar la política peruana de las últimas décadas), mejor escribe sobre otra cosa (consejo de patas, no lo tomes a mal).